En la comunidad de Larache, en la comuna de San Pedro de Atacama, un destello de innovación brilla en medio del desierto: un vivero hidropónico que está revolucionando la agricultura tradicional. Esta transformación ha sido posible gracias a la tenacidad de los miembros de la comunidad, quienes enfrentaron el desafío de adoptar un modelo agrícola moderno, alejándose de los métodos ancestrales de cultivo en tierra. Aunque al principio la transición no fue fácil, los resultados que han obtenido han convencido a los más escépticos.
Marisol Flores, secretaria de la comunidad de Larache, relata los inicios de este proyecto. “Nos costó un poco convencer a los socios de cambiar la mentalidad. Aquí siempre hemos tenido escasez de agua, y esta tecnología nos permite ser más eficientes. Aunque al principio hubo resistencia, los resultados han sido visibles: logramos cultivar lechugas, acelgas y otros vegetales con un consumo mucho menor de agua, gracias al sistema de recirculación”, explica. El vivero se ha convertido en un espacio educativo también, trabajando con estudiantes del Liceo Agropecuario Likan Antai, quienes aprenden el proceso completo, desde la siembra hasta la cosecha y distribución de los productos.
El proyecto también ha contado con el liderazgo de Diego García, ingeniero en minas y vicepresidente de la comunidad de Larache, quien decidió darle una nueva oportunidad a la agricultura en su tierra natal. “Siempre vi a mi abuela y mis tíos sacrificarse en la agricultura tradicional, que solo daba para subsistir. Quería mostrarle a la gente joven que existen otras formas de cultivar, usando tecnología que permite ser más eficientes y sustentables. La hidroponía no solo ahorra agua, sino que también hace que el trabajo sea menos duro y más atractivo para las nuevas generaciones”, afirma.
El proceso de siembra comienza con la adquisición de semillas recubiertas que se colocan en cubos de lana de roca. Estos cubos actúan como soporte para la germinación de las semillas, que, una vez que han alcanzado una altura aproximada de 5 centímetros, se trasladan al sistema de cultivo NFT (Nutrient Film Technique). En este sistema, las plantas se colocan en canaletas por donde circula una fina capa de agua enriquecida con nutrientes, lo cual permite un crecimiento rápido y saludable de las hortalizas, asegurando el aprovechamiento eficiente del agua y los fertilizantes. Como concluye García: “No todo tiene que ser minería o turismo; también queremos darle enfoque a la alimentación, y esta es una forma de avanzar sin perder nuestra identidad”.
El vivero, situado en el ayllu de Larache, cuenta con 2.000 metros cuadrados, de los cuales 1.600 son de invernadero totalmente automatizado. Este sistema controla la temperatura, la humedad y la recirculación del agua, optimizando el uso de recursos. “Podemos producir hasta 25.000 hortalizas mensuales, y nuestro objetivo es abastecer al mercado local y expandirnos regionalmente”, comenta García. Además, el proyecto está en proceso de ser completamente sustentable en energía fotovoltaica, aprovechando la intensa radiación solar del desierto de Atacama.
Este vivero hidropónico es más que un modelo productivo; es un ejemplo de cómo la comunidad de Larache ha logrado combinar su identidad cultural con tecnología moderna, asegurando un futuro sustentable para su gente. Como concluye García: “No todo tiene que ser minería o turismo; también queremos darle enfoque a la alimentación, y esta es una forma de avanzar sin perder nuestra identidad”.
Este reportaje es financiado gracias al Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social (FFMCS) 2024, del Ministerio Secretaria General de Gobierno y del Consejo Regional de Antofagasta.