Una revisión sistemática realizada en México, basada en más de 700 artículos científicos, reveló que el vapeo puede causar severas afectaciones respiratorias como tos, bronquitis, asma, EPOC e incluso cáncer pulmonar. Pero los daños no se limitan al sistema respiratorio: los líquidos utilizados en los cigarrillos electrónicos contienen metales pesados, compuestos volátiles y carbonílicos que afectan varios órganos, provocando desde trastornos cognitivos hasta daño hepático, renal y alteraciones en la fertilidad.
Los efectos negativos del vapeo también se están manifestando entre adolescentes. Un estudio en Bogotá, realizado por la Fundación Neumológica Colombiana, encuestó a más de mil estudiantes entre 10 y 17 años: el 31% dijo haber probado estos dispositivos, con una edad de inicio promedio de 14 años. De los que los usan activamente, el 86% cree que son más seguros que el cigarrillo tradicional, y el 76% los ve como una herramienta para dejar de fumar, lo que refleja una preocupante falta de información.
Los expertos advierten que los cigarrillos electrónicos, incluso los que se comercializan como libres de nicotina, sí la contienen. Esta sustancia es altamente adictiva y perjudica especialmente al cerebro adolescente, afectando la memoria, la concentración y aumentando el riesgo de dependencia al tabaco. Además, los aerosoles que se inhalan irritan las vías respiratorias y debilitan las defensas naturales de los pulmones.
El vapeo también representa un riesgo para quienes no lo consumen directamente. El aerosol exhalado por los usuarios —conocido como “vapeo de segunda mano”— contiene nicotina y toxinas que pueden afectar la salud de quienes están cerca, en especial niños y personas con enfermedades respiratorias. Estudios han demostrado que la exposición pasiva puede alterar la función pulmonar e incentivar el inicio del consumo en jóvenes por imitación.
En conclusión, el vapeo no es una alternativa segura al cigarrillo convencional. Representa riesgos graves para la salud respiratoria y general, especialmente en jóvenes y personas con enfermedades crónicas. Los especialistas llaman a dejar el vapeo cuanto antes y buscar ayuda profesional si es necesario, además de reforzar la educación y prevención para reducir su uso entre la población más vulnerable.
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