Redacción
Ágata, un peuco de siete años, cumple un rol clave en la protección del muelle de Minera Centinela, ubicado en las cercanías de Michilla. Su presencia disuade a gaviotas, gaviotines monja y cormoranes, cuyas fecas generan corrosión en las estructuras metálicas. Bajo la supervisión de su adiestrador, patrulla la zona seis horas al día, logrando que otras aves eviten posarse en los cables y techos de la galería de embarque.
La iniciativa, en fase piloto, es liderada por las gerencias de Proyectos y Medio Ambiente de la minera y busca aplicar un método sustentable para minimizar el impacto en la infraestructura. “Con este plan buscamos generar un hábito para que las aves eviten posicionarse en estas áreas, estimando que deberían alejarse naturalmente, reconociendo el territorio de Ágata como inaccesible”, explicó Cristián Vargas, gerente de Proyectos de Minera Centinela.
El control biológico es realizado por la empresa Ruta Rapaz, que cuenta con certificación del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) para la tenencia de aves entrenadas. “Es un método muy efectivo y nuestra empresa tiene experiencia en distintos puertos de la región, logrando muy buenos resultados para nuestros clientes”, destacó Andrés Hernández, gerente general de Ruta Rapaz.
Si la etapa piloto demuestra ser eficaz, la presencia de Ágata en el muelle se extenderá por 15 meses, permitiendo también realizar reparaciones en las instalaciones sin riesgo de nuevos daños. Esta estrategia ya ha sido aplicada con éxito en otros terminales y representa una alternativa ecológica para la gestión de fauna en entornos industriales.
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