Obispo de Calama: “Basta de un sistema social injusto, en el que unos pocos acumulan riquezas”

26/10/2019
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En base a las manifestaciones que ya cumplieron una semana a nivel nacional y a las que Calama se unió con marchas multitudinarias, el obispo de El Loa, Oscar Blanco escribió una columna que llama fuertemente a la reflexión.

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Empieza con un salmo que expresa el clamor de una viuda respecto a hacer justicia frente al adversario, “es el mismo clamor que millones de personas débiles e indefensas están manifestando en las calles y plazas de nuestro país. Un clamor que por mucho tiempo las autoridades de turno hicieron oídos sordos”, recalcó.

Agregó que “ante esta indiferencia y la desconfianza en la autoridad el pueblo ha salido a la calle a expresar su rabia acumulada y decir basta. Basta de un sistema social injusto, en el que unos pocos acumulan riquezas explotando a los demás y relegándolos a las periferias”.

“Esta es la primera de todas las formas de violencias, y si alguien hoy no está de acuerdo con la violencia debe estarlo siempre. Es violento cuando suben los pasajes, la bencina, los peajes, el agua, la luz, los remedios, las contribuciones y los sueldos de la clase media y pobres siguen siendo insuficientes; las pensiones de los abuelos son una miseria”, enfatizó.

Asimismo, criticó el que existan familias que trabajen de manera excesiva sin tener un sueldo que les alcance.

“Es violencia cuando la gran mayoría de los chilenos trabajan de sol a sol y sus sueldos no les alcanza para llegar a fin de mes, pagar sus deudas y dormir tranquilo y no desvelarse pensando en el día siguiente como solucionar sus problemas y mantener la familia en paz”.

En este mismo sentido, lamentó que exista una clase elegida, que goce de privilegios que la mayoría no puede acceder.

“Es violencia cuando en Chile hay pocos ciudadanos «vip» (personas muy importantes) que tienen sueldos «vip» y viven como «vip» y muchas personas que son y viven pobres. Es violento cuando el 80% de los chilenos mayores de 18 años están endeudado y más del 50% de los trabajadores ganan menos de $400.000.  Cuando el poder, el tener, y el valer están desequilibradamente distribuidas, la justicia significa la lucha por una mayor equidad”.

El obispo también aludió el hecho de las promesas que existían para el país, “un mundo feliz, sin pobreza, sin violencia y sin delincuencia, con trabajo y sueldos más justos, con viviendas más dignas, con soluciones a los pueblos originarios”.

Sin embrago se pregunta: ¿qué tenemos hoy? Y él mismo responde: Una sociedad que sufre “dolores como de parto” (Ro 8,22), porque los pobres se cansaron de esperar, se cansaron de ver gozar un sector de la sociedad de las riquezas de todos, mientras ellos esperaban que las promesas se cumplieran y no recibían más que respuestas de tipo ideológico.

En tanto, su llamado, en particular a los católicos y cristianos, fue manifestarse con fe, no dejarse vencer por “pesimismo y la violencia, sino orando y actuando sin desesperarse, buscamos activamente la solución a los problemas. La viuda del evangelio es nuestro modelo, ella es proactiva y su grandeza esta no en aceptar su situación con la excusa de “así son las cosas”, ni dejarse llevar por la ola, hay que enfrentarla y buscar soluciones. “Buscad el reino de Dios y su justicia”.


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