El centralismo no es nuevo, en los albores de la República, en el año 1859, se produce la batalla de Los Loros, una insurrección armada que intentó acabar con el centralismo agobiante que absorbía los recursos del norte para aumentar la infraestructura en Santiago y postergaba irremediablemente a las provincias.
Cuando se crean las regiones en el año 1976, se presenta como parte de un proceso de empoderamiento descentralizador, no obstante en la práctica solo se refuerza el concepto unitario que se consagra en la Constitución de 1980, con la figura de un intendente regional designado por la o el Presidente de la República.
Autoridad que de facto pasa a ser jefe de Servicio de Gobierno Interior, asumiendo todas las funciones delegadas territorialmente de la máxima autoridad gubernamental y como jefe del Gobierno Regional, asumiendo la planificación y el destino de los recursos asignados directamente a la región a través del Fondo Nacional de Desarrollo Regional.
Muy pocos logran detectar esta diferencia o esta doble función y si observamos de manera crítica las gestiones de los intendentes en los últimos 20 años, nos daremos cuenta que sus esfuerzos se enfocaron más bien en la función delegada del Presidente de la República más que en la gestión del Gobierno Regional, salvo honrosas excepciones.
En este contexto es que hace unos años surge la nueva figura del gobernador regional, como parte del proceso descentralizador que se gestó con mucha fuerza desde la academia, con esfuerzos importantes de figuras como Esteban Valenzuela y Heinrich Von Baer a nivel nacional y que lograron instalar la necesidad del empoderamiento efectivo y real de las regiones en la toma de decisiones.
El próximo 11 de abril se desarrollará una elección histórica que cambiará la forma en que se delinea la política territorial en nuestro país. La elección de gobernadores regionales que se harán cargo de la función de jefe de Servicio del Gobierno Regional, dotará al territorio de un cargo que podrá planificar y vislumbrar su desarrollo, más allá de la visión centralista que ve a nuestra zona como una fuente generadora de riquezas y por lo tanto, sacrificable por el bienestar del país.
La región de Antofagasta tiene características que pueden posicionarla como una macro región a nivel global, instalándola en el concierto de la generación de energías renovables, a través de la utilización de la solar para la producción de Hidrógeno Verde, que transforme la matriz energética del mundo desde el desierto de Atacama.
La mirada debe ser ampliar nuestros horizontes, desligarnos de este centralismo agobiante histórico, y posicionar a la región en el lugar que se merece a nivel mundial. En el futuro trabajaremos para que así sea.
Ustedes toman la decisión.