La producción de ajos en la localidad de Río Grande, al interior de Calama, hace años que viene a la baja. Esto tiene en alerta a la agricultura local, que hoy cuenta con el apoyo del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), quienes realizan ensayos con hongos endófitos para disminuir las enfermedades de suelo y así dar mayor fuerza a los cultivos por sobre la maleza Mostaza Negra.
Estos hongos establecen una asociación simbiótica de protocooperación con la planta, donde ambos salen beneficiados. Esto quiere decir que las plantas le entregan al hongo endófito un lugar donde habitar y alimento. Por su parte, el hongo le ayuda a resistir los efectos adversos de las plagas y enfermedades, además de aumentar la tolerancia al estrés abiótico ocasionado, entre otros, por las altas temperaturas, falta o exceso de agua, pH extremos y deficiencias nutricionales, además de entregarle beneficios adicionales como la promoción de crecimiento.
A los hongos en la tierra se suma el nemátodo, un microorganismo con forma de gusano (filiforme), que ingresa al cultivo por la raíz impactando su crecimiento. Esto ha perjudicado enormemente la producción de manera progresiva desde mediados de la década de los 90. “La temporada pasada sembré, pero me fue mal. Todo malo y amarillo, así que lo boté. Sembré unas mil cabezas y de esas yo creo que habré cosechado unas 200, no más que eso. Todo lo perdí”, comentó Juana Anza, agricultora de Río Grande.
La directora del Programa de Extensión para el Control Integrado y Manejo de la Maleza Mostaza Negra, Bárbara Vega, explicó de manera didáctica qué buscan con este ensayo: “se va a evaluar los hongos endófitos a base de trichodermas (hongos buenos que controlan hongos malos y nemátodos en el cultivo de ajo). Esto, para abordar el control de hongos de suelo y nemátodos, además de entregarle otros beneficios a la planta, como bioestimulante”.
Las parcelas demostrativas traen consigo una serie de estudios de laboratorio para conocer la carga de nemátodos y hongos en el suelo. Además, la aplicación de fertilizantes naturales fabricados por los mismos agricultores en talleres que ha dictado el programa. Esto último busca mejorar el suelo para darle mayor fuerza al cultivo y en consecuencia servirá para que compitan con la Mostaza Negra.
“Para mí es bueno hacer el tratamiento nuevamente, hemos hecho varios en el tiempo, pero no han sido buenos. Ahora con esta aplicación que vamos a realizar creo que va a funcionar”, señaló Juana Anza.
En terreno
Las constantes visitas a terreno y el contacto directo con la agricultura loína, permite a los profesionales de INIA conocer otros problemas, como el nemátodo en Río Grande y buscar soluciones agroecológicas que permitan mejorar sus tierras con insumos que tienen en sus predios.
“Ellos necesitan ser capacitados en el manejo agroecológico de los cultivos. Si bien saben cómo hacer las cosas, necesitan alternativas en la elaboración de insumos. Es por ello que se requiere comenzar con una transición de lo convencional a lo agroecológico en lo que respecta a la elaboración de biopreparados como bioinsecticidas, biofunguicidas y biofertilizantes, ya que en la zona es difícil el acceso a la compra de químicos, además de los altos costos que significa”, explicó Bárbara Vega.