Mañana sábado 10 de septiembre, comenzará a regir el nuevo horario de verano. Por esta razón, es que los relojes deberán adelantarse una hora. Esta modificación, permitirá que anochezca más tarde y que el día sea más largo. Al favorecer la vida diurna, esto genera que muchas personas vean un desajuste en sus ciclos ciclos de sueño. Lo anterior, provoca mayor somnolencia, dificultades para concentrarse y menor productividad.
Así lo explicó Álvaro Vidal, neurólogo de Clínica MEDS, quien aseguró que el horario de invierno tiende a ser más fisiológico. “Con el nuevo cambio de hora se pueden provocar algunos efectos negativos, pero muy mínimos y pasajeros, en que se demora entre 2 a 3 días la persona en recuperarse”.
“Al tener menos activación de la luz solar en las mañanas implica que exista mayor somnolencia al inicio del día. Estos, son trastornos del sueño que suelen ser leves. En los adultos mayores, adolescentes y niños el impacto en la calidad del sueño podría ser más prolongado. No se trata de un trastorno crónico, en ningún caso”, complementó Vidal.
Para solventar los efectos de este cambio de hora en el sueño, el especialista sugiere que la adaptación al nuevo horario comience el viernes en la noche. La idea es que durante el sábado y domingo la persona pueda llevar de mejor forma este nuevo horario, para que el lunes vuelva en condiciones óptimas a la rutina.
Junto a esa sugerencia, el neurólogo de Clínica Meds hizo un llamado a evitar las siestas. “Si fuera estrictamente necesario se podría indicar una de 30 minutos como máximo y muy cercana al almuerzo. Lo recomendable es no hacerlo, porque de esa forma se va a tener más sueño en la noche y se podrá regular el reloj biológico de una manera más eficiente y rápida al horario nuevo”, finalizó.