Fue un año y siete meses que G.M.A pasó en prisión preventiva, donde el Ministerio Público la acusó como autora del delito de parricidio y homicidio frustrado, condenándola precisamente a cinco años y un día, negándole la existencia de eximente de responsabilidad de legítima defensa.
Sin embargo, tras un fallo histórico de la Corte de Apelaciones de Antofagasta, se dictaminó absolverla y dejarla en libertad, acogiendo la legítima defensa con enfoque de género, tras comprobarse que esta mujer sufría de un constante maltrato físico y psicológico por parte de su ex pololo.
Fue así que la justicia decidió esta sentencia de reemplazo dictada por el tribunal de alzada, luego de conocer el recurso de nulidad interpuesto por el defensor especializado en migrantes de Antofagasta, Hugo León Saavedra, con el apoyo y asesoría técnica de la Unidad de Estudios Regional.
Tras este fallo histórico, el Jefe de la Unidad de Estudios Regional, Mario Fuentealba, manifestó que “este fallo es muy relevante, no solo para este caso en particular, sino que sienta jurisprudencia muy importante, pues reconoce el imperativo de que el juzgamiento deba efectuarse desde una perspectiva de género”.
Asimismo, la directora regional del SernamEG, Pamela Astete, sostuvo que comenzarán a desarrollar un trabajo coordinado con la Defensoría Penal Pública para asegurar que toda mujer que fue víctima o sobreviviente de violencia, y que esté en calidad de imputada, tenga la legítima defensa con perspectiva de género que ella requiera en su proceso judicial.
Hechos
De acuerdo a los antecedentes entregados, fue en el 2019 cuando esta mujer pololeaba hacía un año y medio con la supuesta víctima, quien la golpeaba y celaba a tal punto que ella prefería no hacerlo enojar. De hecho, en dos ocasiones anteriores había estado al borde de la muerte y sólo gracias a la intervención de terceros sobrevivió a los ataques.
En la noche que ocurrieron los hechos concurrieron juntos a una velada en casa de una amiga. Estando allí se generó una discusión que llevó a la mujer a abandonar el lugar. Detrás de ella salió su pololo, quien comenzó a golpearla con pies y puños. A sus gritos concurrieron sus conocidos para separarlos y ella alcanzó a escapar para irse a su casa. Pasaron dos horas y ya acostada sintió piedras en los vidrios y el techo de la casa. Se percató que era su pololo, quien aún alterado atacaba su hogar. Para evitar el escándalo salió a exigirle que se fuera, momento en el cual lo atacó a la altura del pecho.