Tras la reciente pandemia de COVID-19, las enfermedades cardíacas han emergido como uno de los efectos colaterales más preocupantes. Los datos del Departamento de Estadísticas e Información del Ministerio de Salud (DEIS) indican un incremento significativo en las atenciones de urgencias por infartos, con un aumento del 33% en comparación con el mismo período de 2019.
Mauricio Fernández, docente de la Facultad de Medicina Clínica Alemana U. del Desarrollo, señaló que la pandemia incidió en que “muchos dejaron sus controles médicos, varios vivieron episodios de elevado estrés, y otros dejaron la actividad física. Ahora que ya ha pasado un tiempo, se están viendo las consecuencias”. Este aumento coincide con el incremento en los factores de riesgo cardiovascular pospandemia, según explicó Mónica Acevedo, directora de la Sociedad Chilena de Cardiología y Cirugía Cardiovascular.
Los factores de riesgo como el sobrepeso, el tabaquismo y la hipertensión han jugado un papel crucial en este aumento de casos. “El sobrepeso es el factor de riesgo más importante en pacientes que no tienen enfermedades cardiovasculares previas”, afirmó Acevedo, quien también destacó la relevancia de la salud mental, indicando que “alrededor de un 40% podría estar deprimido”.
El fenómeno no se limita al sistema público de salud, ya que “hay más prevalencia de patologías crónicas en la población, incluyendo entre aquellos que tienen más acceso a la salud”, explicó Liliana Escobar, presidenta del Consejo Médico de Clínicas de Chile. Además, se observa un preocupante descenso en la edad de los afectados, según Ulises González, jefe del programa de especialización en Medicina de Urgencia de la U. Finis Terrae.
Para enfrentar esta situación, los expertos recomiendan medidas preventivas como dejar de fumar, realizar actividad física regularmente y adoptar una dieta mediterránea. “La gente debe conocer su estado de salud; adherirse a su medicación; pacientes que no se han controlado deben ir a sus chequeos”, concluyó Acevedo.
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