Un día emocionante e histórico, así quedará el 22 de enero de 2021 para la comunidad sorda del país, ya que fue promulgada en el Diario Oficial la modificación de la ley 20.422, reconociéndose la lengua de señas chilena como natural, originaria y patrimonio intangible de las personas sordas.

Lo anterior es parte de la modificación de artículo 26, en el que además se establece que es “un elemento esencial de su cultura e identidad individual y colectiva. El Estado reconoce su carácter de lengua oficial de las personas sordas”.

Para Vianney Sierralta, profesora, abogada, activista calameña y presidenta de la Fundación Nellie Zabel, este un tremendo logro, porque “este proyecto fue 100% desarrollado con la comunidad sorda. Me integré al mismo como asesora jurídica para su redacción y también como presidenta de la fundación, trabajamos codo a codo con la Asociación Gremial Unidos que agrupa a los docentes sordos de la lengua de señas, con la Federación Nacional de Sordos de Chile, con la Fundación Sordos Chilenos, con la Fundación Decide, con el Centro de Educadores sordos de Chile y en este último período se nos unió la Asociación CREA y AMOMA. Nunca dejamos de incidir en este proyecto que escribimos e ingresamos en mayo de 2018”.

Comentó que durante estos años estuvo viajando, asistiendo e insistiendo en el Congreso y como presidenta de la Fundación participó en la Agenda de Género del Senado en plena pandemia, instancia en la “que tuvimos una oportunidad única de solicitar a la presidencia del Senado que impulsara e hiciera avanzar este proyecto hasta su etapa final”.

Alcances

Dentro de las modificaciones está la correcta conceptualización de las personas sordas, las con discapacidad auditiva y la comunidad sorda, “no con miras al déficit auditivo que es contrario a los derechos humanos de las personas con discapacidad, sino con miras a poder identificar la lengua primaria de comunicación y acceso a su entorno”, explicó Sierralta.

Además establece que el “Estado deberá reconocer y está obligado a promover, respetar y hacer respetar, de conformidad a la Constitución, las leyes y los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes, los derechos culturales y lingüísticos de las personas sordas, asegurándoles el acceso a servicios públicos y privados, a la educación, el mercado laboral, la salud y demás ámbitos de la vida en sociedad en lengua de señas”.

Con lo anterior se desprende que las y los estudiantes sordos de todos los niveles deben tener garantizado el acceso a los contenidos del currículo común y cualquier otro que los recintos educativos ofrezcan “a través de lengua de señas como primera lengua y en español escrito como segunda lengua”.

“Ojalá la gente ya no diga “lenguaje” de señas, que es una completa aberración y un desprecio a una lengua como cualquier otra y eso ya quedó establecido en el artículo 2º de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad. Es nuestra lengua natural (por nuestra biología visual) es también originaria porque es la lengua que surge en las comunidades de personas Sordas en Chile; es patrimonio intangible por cuanto pese a los intentos decimonónicos del oralismo por erradicarla, las comunidades de personas sordas de antaño enfrentaron la opresión, resistieron y la han conservado intacta”, puntualizó Vianney Sierralta.