Durante dos años, por la aparición del virus altamente letal del sars-cov-2, se suspendieron actividades masivas y todo tipo de acercamientos entre personas. En un pueblito, a 73 kilómetros de Calama, llamado Ayquina, donde más de 85 años se venera a la Virgen Guadalupe, los peregrinos tuvieron que colgar las botas con cascabeles y apagar el sonido del bombo.
Pero este año, volvió la emoción y la devoción fue más grande. Luego de intensos meses de coordinación, la fiesta religiosa más importante de la Provincia El Loa, volvió a la presencialidad y el Santuario de la Virgen de Ayquina retomó el fervor religioso con el sonido de las bandas de bronces.
Desde el 1 de septiembre, peregrinos de todos los rincones, han llegado hasta los pies de la Virgen de Ayquina, sumándose a las actividades que llevan décadas de tradición y pese que hubo un alto control sanitario, eso no impidió que la celebración se desarrollara con harta devoción.
Entre el 3 y 4 de septiembre, hubo una pequeña pausa por el plebiscito, pero desde este lunes se retomó esta fiesta religiosa con toda la fuerza. Es así, como ayer a las 22:00 horas, se desarrolló la emotiva Misa de Víspera en la explanada ubicada en la altura del santuario, que por primera vez se Guadalupe espero la medianoche, lejos de su templo, para evitar las aglomeraciones.
La fiesta se alargó hasta las 2 de la mañana y durante esta jornada, solo se ha visto la llegada de peregrinos de todas partes, para celebrar el aniversario de Guadalupe. Cuenta la leyenda, que un 8 de septiembre los comuneros encontraron a la virgen en medio de la quebrada de Ayquina, después de seguir al pequeño niño Casimiro Saire, quien había contado hace semanas que hablaba con una hermosa mujer cerca del valle.
Desde ahí que cada 8 de septiembre, se venera a la Virgen de Ayquina con una misa de principal antes del mediodía y si bien, es tradición hacer una procesión, este año no se llevará a cabo. Los bailes religiosos continuarán con sus turnos durante toda la jornada, para ya entre el 9 y 10 de septiembre, comenzar a despedirse de esta fiesta que tanto anhelaba concretar.
Luego de dos años, los devotos de la virgen de Ayquina se reencontraron y cumplieron sus mandas pendientes. El Santuario les ofreció paz y alegría, en medio del desierto se volvió a escuchar el bombo, donde además el sonido de las botas y sus cascabeles, volvieron a interrumpir el silencio.