Empoderados y con pequeños huertos domésticos se encuentran más de 30 familias de Antofagasta, Mejillones y Calama que son parte del programa medioambiental “Agentes de cambio, compromiso con el entorno” de FCAB, que persigue mejorar la calidad de vida y los entornos.
Los beneficiados han tenido en los últimos tres meses de ejecución del proyecto, didácticos talleres, videos y mentorías para aprender sobre lombrices en el curso de vermicompostaje: las técnicas para la reutilización del caucho; la germinación de almácigos con los huertos urbanos; la ejecución de mosaico con cáscaras de huevo o recihuevo y hasta conocieron cómo generar humus o compost casero.
En sintonía con este periodo de pandemia y confinamiento, Cristian Vitalich, Encargado de Relacionamiento Zona Cordillera de la empresa, expresó su satisfacción por el avance positivo que mostró el programa. “Estamos apoyando todas las instancias, facilitando todos los insumos necesarios para que los vecinos no salgan de sus casas y adquieran conocimientos que les ayuden a mejorar su bienestar y calidad de vida”, manifestó.
La ejecución del programa está a cargo de la consultora local Verdical, enfocada en educar a la comunidad respecto a la importancia de cuidar y respetar nuestro entorno con acciones concretas y sencillas, teniendo para este caso sesiones específicas para aclarar y responder dudas y consultas de las y los vecinos.
Testimonios de líderes comprometidos
El aprendizaje obtenido en los talleres se convierte en una oportunidad real, tal como lo destacó Cecilia Ramos, del sector Desco, Villa Ayquina de Calama. “Ha sido súper bueno porque ahora la gente tiene menos recursos para comprar los materiales, pero nos dieron todo. Por ejemplo, para el recihuevo nos dieron pegamento, pintura, tijeras, tierra de hojas, un cajón de tomates y las semillas. Lo único que estamos poniendo nosotros son los desechos orgánicos generados de las verduras y frutas que consumimos”, concluyó.
Desde el sector de Avenida La Paz también de Calama, Verónica Ríos explicó que este es un proyecto muy bonito, pues “puede ayudar a otras personas, decirles cómo se hace, para que también tengan verde o al menos un huertito para tener alimentos propios”. La beneficiaria Fabiola Toro del sector de Villa Ayquina, es profesora y destacó cómo el programa puede hacerse extensivo a la comunidad. “Mi objetivo es que en la escuela podamos desarrollar en los niños esta conciencia medioambiental tan necesaria en nuestra ciudad, donde tenemos pocas áreas verdes”.
Desde Antofagasta Roxana Peralta expresó que “es una forma de terapia, porque nos mantiene ocupados y atentos para tener un propio huerto e incentiva el reciclaje con pocos elementos. Y lo más importante, mantenemos nuestro entorno limpio y rodeados de plantas que nos oxigenan”. Desde su experiencia Aliki Tofalos, destacó el sentido constructivo del taller. “Ha sido muy amigable, entretenido, esperanzador, unificador, grato, relajante, educativo, por el solo hecho de ser más práctico que teórico. Y podemos decir que sólo con esfuerzo, disposición y práctica se cambia el entorno”.