Fue en junio de este año que se vivió un momento histórico en Cobreloa, cuando 12 de sus jugadoras del plantel femenino firmaron contrato profesional antes de debutar frente a San Marcos de Arica, todo esto tras la normativa de la ANFP que exige a los clubes tener contratadas a 11 mujeres en sus planteles.
Un hecho impensado hace algunos años cuando se consideraba al balompié femenino nacional como el verdadero “hermano pobre” de las instituciones deportivas, aunque Chile sigue a años luz de los clubes extranjeros, que pese a toda la inversión que han hecho, a nivel mundial todavía no se equipara para nada con los tremendos y millonarios sueldos que ganan las estrellas internacionales.
Por ejemplo, la jugadora femenina a nivel mundial que gana más dinero es la australiana Sam Kerr, donde su salario que recibe del Chelsea anualmente es de US$513.000 y según coinciden varios medios deportivos especializados, solo equivaldría a una cuarta parte de lo que gana Kylian Mbappé en el PSG a la semana. El campeón del mundo con Francia recibe al año US$110.000.000.
Esta desigualdad se acentúa al tomar en cuenta los ingresos que reciben unos y otros en patrocinios, asociaciones con marcas y negocios personales. Mientras que las ganancias de Kerr apenas superarían los US$2 millones al año por contratos con empresas como Nike y EA Sports, por ejemplo, las de Mbappé se elevarían a US$128 millones, según publicó este año la revista Forbes.
Por último, a nivel nacional la diferencia también es abismal, ya que mientras el sueldo de muchas jugadoras llega al mínimo, en la rama masculina el que más gana sobrepasa por lejos los 5 millones de pesos.