A simple vista, el Tusi —también conocido como “cocaína rosada”— puede parecer inofensivo: una sustancia de colores brillantes que circula en fiestas juveniles, muchas veces asociada a la música urbana y redes sociales. Sin embargo, lejos de ser inocua, esta droga representa un serio riesgo para la salud de quienes la consumen, especialmente adolescentes. Aunque originalmente el nombre hacía referencia al 2C-B, en Chile el Tusi que circula en realidad es una mezcla adulterada de ketamina, cafeína, MDMA y, en algunos casos, cocaína.
El aumento de casos de intoxicación ha encendido las alarmas. Solo en Santiago, entre enero y octubre de 2023, se registraron más de 90 episodios, triplicando las cifras del año 2019. Lo más preocupante es que al menos 28 de esos casos correspondían a menores de edad entre 12 y 17 años. La falsa percepción de que se trata de una droga “liviana” o “menos dañina” ha favorecido su rápida difusión entre jóvenes, muchos de los cuales la consumen sin saber exactamente qué contiene.
Sus efectos van desde euforia y alucinaciones hasta cuadros de ansiedad extrema, despersonalización e incluso episodios psicóticos. El uso continuo puede derivar en daños severos al sistema urinario, problemas cardiovasculares y deterioro cognitivo. Según especialistas de la Universidad de Antofagasta y del CITUC de la Universidad Católica, la ketamina presente en el Tusi puede provocar una adicción severa, debido a su acción directa sobre los circuitos cerebrales de recompensa.
Desde el ámbito educativo y de la salud pública, ya se reconoce la necesidad de intervenir con urgencia. Profesionales destacan la importancia de generar espacios de información clara, sin estigmatización, donde los adolescentes puedan entender los riesgos reales. También se ha planteado la implementación de programas de testeo de drogas, como los existentes en algunos países europeos, que permiten saber con mayor precisión qué están consumiendo los jóvenes y alertar a tiempo.
A pesar de estos esfuerzos incipientes, el Tusi continúa expandiéndose en la escena juvenil chilena, muchas veces fuera del radar de padres, profesores y autoridades. Su atractivo está en la novedad, la estética y la sensación de control, pero sus consecuencias son profundas y peligrosas. Frente a este escenario, la prevención y la educación se vuelven herramientas clave para enfrentar una droga que avanza en silencio, pero con fuerza.
Ayuda a llegar a más gente!