Columna: Calama en pañales en temas de Autismo y la neurodivergencia

Mientras se condena la agresión de un niño con TEA a su profesora, muchas familias siguen luchando contra la falta de acceso a terapias y el estigma social.
20/03/2025
2 minutos de lectura

Hace unos días, hubo una agresión a una profesora en Temuco, donde el alumno con Trastorno de Espectro Autista (TEA) la dejó con lesiones graves, por razones que se están investigando. No obstante, no solo como periodista, sino madre de un niño autista, me han impresionada la cantidad de repudio y violencia hacia esta condición.

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La agresión a la profesora debe ser sancionada tal como si la hubiese atacado un alumno neurotípico (niño sin TEA), ya que nada justifica esta situación. No obstante, y sin justificar, quiero consultar qué se hace frente al autismo. Para hablar un poco más de la realidad de Calama, la situación en cuanto a tratamiento, terapias e incluso inclusión en el sistema educacional, son muy deficientes, y lo curioso, es que nuestra comuna concentra gran cantidad de casos de autismo en el país. Yo como periodista, conocí el autismo hace muchos años, cuando madres y padres “azules” en abril sacaban sus banderas para pedir integración y especialistas. Les hice varias publicaciones, tratando de entender estas demandas, que solo comprendí en su totalidad, cuando mi hijo a los tres años fue diagnosticado con autismo con grado de apoyo dos (moderado). Desde ese momento, empezó mi caminar de profesional en profesional, haciéndole muchos exámenes, evaluaciones y buscando los terapeutas indicados.

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Mi hijo ya tiene 6 años, ha estado con terapias todo este tiempo y gracias a que tengo lo medios para hacerlo, he podido llevarlo a especialistas a Santiago, Antofagasta y contar con grandes fonoaudiólogas y terapeutas ocupacionales de Calama. Todo ha sido completamente particular, han sido grandes cantidades de dinero para poder encaminar a mi hijo, no para quitarle el autismo (porque no es enfermedad como muchos indican), pero si ayudarlo en su independencia.

En la educación municipal, tanto en el jardín como en su escuela, hemos visto real compromiso con mi pequeño, he visto educadoras de párvulo, profesoras y especialistas del PIE realmente comprometidos con mi hijo (algo que no encontré en colegios particulares). Aun así, me van a creer, que, pese a fármacos y excelentes profesionales, mi autista se sigue desregulando por crisis muy fuertes, donde se golpea o agrede sin querer.

Si mi hijo ha tenido acceso a terapias y médicos, qué pasa con las familias que no tienen la rentabilidad para pagar sesiones que van desde los 30 mil pesos en adelante y consultas a un neurólogo que llegan hasta los 80 mil pesos. Qué pasa con esos autistas que no están bajo controles y son recién detectados cuando van a un establecimiento educacional. Qué ocurre con esas madres que deben trabajar y no tienen nadie que les quiera cuidar a su hijo autista por su comportamiento, que pasa en el corazón de madres como yo, cuando leemos a una “hater”, diciéndole: “enfermo mental”, “loco”, “raro”, “retrasado”.

Qué le pasa a la sociedad que no entiende que yo estoy preparando a mi hijo para que conviva con ellos, pero ellos no tienen la más mínima intención de integrarlo. Los chilenos solamente tenemos conciencia con las capacidades diferentes, cuando es la Teletón y después siguen siendo miserables frente a una condición que lucha por adaptarse a los colores, sonidos y olores de su entorno.

En la comuna no hay neurólogos y los que llegan cobran una consulta particular que no todos pueden costear y solo te aseguran un cupo si pagas primero. Eso se suma, que la región de Antofagasta es una de las regiones que menos especialistas tiene. Si la profesora está grave producto de la violencia de un autista, la sociedad está en riesgo vital frente a entender lo que es el autismo.


Katherine Jofré Saavedra

Periodista.

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