A sus 101 años, Héctor “Tito” Manacá recibe la “Mazorca de Oro Río Loa” por su invaluable legado artístico

A lo largo de su vida, su talento ha dado forma a maquetas, murales y tallados que mantienen viva la memoria de Calama y Chuquicamata, consolidándolo como un referente cultural.
19/03/2025
3 minutos de lectura

A los 101 años, el reconocido escultor y artesano de Chuquicamata, Héctor “Tito” Manacá Guzmán, fue nombrado ciudadano ilustre de Calama, recibiendo la “Mazorca de Oro Río Loa” en el marco del 146° aniversario de la ciudad. Postulado por su hija, fue destacado por su labor en la preservación de la historia local a través de maquetas de Calama y Chuquicamata, además de tallados y murales.

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Tito Manacá comenzó a trabajar desde muy joven como ayudante de fotógrafo, tomando retratos de los nuevos trabajadores que ingresaban a la compañía. A los 18 años, solicitó trabajo en la Maestranza Central de la empresa Chilex, donde desempeñó diversas funciones, a pesar de la negativa de su padre, quien le decía: ‘‘¿Para qué quieres trabajar? ¿Qué te falta?’’. Sin embargo, ‘Tito’ tenía la firme intención de comenzar su vida laboral.

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Años después, en 1946, se casó con su esposa Miguelina Molina. Ese mismo año, decidió dejar la compañía para trabajar en la salitrera, ya que ‘‘nos pagaban 20 pesos al día, por lo que convenía más trabajar en la salitrera, porque ahí me daban casa, agua y luz, pero en Chuquicamata, como estaba recién casado, no tenía derecho a casa’’, comentó Tito. Con 24 años y dos hijos, se trasladaron a la oficina salitrera Concepción, apodada “Piojillo”, donde trabajó en la chancadora, una máquina para triturar el caliche. ‘‘Mire, en la salitrera yo trabajé en la máquina donde se procesaba el salitre. Ahí se trabajaba a pura pala nomás. En las bateas donde se cuajaba el salitre, había que sacarlo y tirarlo a la cancha donde se almacenaba’’, recuerda Tito.

Junto a su esposa Miguelina, Tito tuvo cuatro hijos: Alfredo, Eliana, Inés y Tita Manacá. Con el tiempo, se convirtió en abuelo de nueve nietos y bisabuelo de seis bisnietos. Tito y Miguelina, quienes se conocieron en Calama, compartieron una vida llena de recuerdos. Él solía bromear con ella diciendo: ‘‘Viniste de Copiapó a buscarme a mí’’. Miguelina falleció hace 22 años, dejando una huella imborrable en la vida de Tito y su familia.

En cuanto a su trabajo artístico, ‘Tito’ se dedicó a la creación de maquetas de los lugares históricos de Calama y Chuquicamata, así como al tallado. ‘‘Yo me dedico a hacer esas cosas en mis tiempos desocupados. Claro que ahora que estoy jubilado me dedico de lleno a trabajar en eso. Y cuando estaba trabajando, por ejemplo, los días de descanso, que era el día domingo, me dedicaba a hacer tallados y maquetas’’.

No se puede pasar por alto el legado de los murales creados por Tito en la Escuela D-48 Presidente Balmaceda de Calama. Estas obras, que permanecen intactas hasta hoy, le valieron el reconocimiento de la comunidad educativa y la oportunidad de mostrar su arte a los estudiantes de este emblemático establecimiento.

A sus 101 años, Tito mantiene una memoria impecable y una salud envidiable. Él atribuye su longevidad a haber llevado una vida sana, sin vicios ni excesos. ‘‘La vida mía fue siempre así, derecha. En mi juventud, nada de cigarros, nada de tragos, nada de trasnochar, de ir a los bailes hasta medianoche’’, asegura.

En cuanto a su reconocimiento, al principio fue escéptico sobre haber ganado la máxima distinción “La Mazorca de Oro Río Loa”, pero expresó su felicidad al recibir la noticia: ‘‘Fue una tremenda y al mismo tiempo una alegría para mí, para mí y para la familia. Como la radio está aquí al lado, venía a almorzar donde mi hija y justamente salió el locutor de la radio, me dijo: ‘Don Héctor, salió elegido para la Mazorca de Oro’. No le creía. ‘¿Por qué?’, me preguntó, ‘No es travesura, es en serio’’’.

Cabe destacar que en 1994, Tito Manacá quedó en segundo lugar en la distinción “La Mazorca de Oro”, y en 2013 fue nombrado “Patrimonio Cultural Viviente”. En 2024, recibió el título de “Patrimonio Cultural Local”, reconociendo su invaluable aporte cultural y social.

Héctor “Tito” Manacá Guzmán es un verdadero tesoro vivo de Calama, un hombre cuya vida y obra reflejan la historia y el espíritu de la región. A través de su arte, ha logrado preservar y compartir el legado cultural de Calama y Chuquicamata, convirtiéndose en un referente imprescindible para las futuras generaciones. Sus maquetas, tallados y murales siguen siendo símbolos de su dedicación y pasión, haciendo de Tito un patrimonio viviente que mantiene viva la memoria colectiva de su comunidad.

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